Me adentré lentamente
en el misterio de las letras;
tras ellas llegaron las palabras
que dieron sentido a los trazos infantiles
que una y otra vez,
sobre un papel en blanco dibujaba.
Con esas pocas letras y palabras
la vida poco a poco se enredaba,
mientras de forma furtiva y solitaria
sentimientos y versos se mezclaban.
Son esas mismas letras de la infancia
las que han ido apaciguando los fantasmas
-que a los veinte años
anidan en la almohada-
ayudadas, ahora sí, de más palabras.
Los versos crecen
transformándose en poemas,
donde vas dejando las huellas de tu vida,
unas veces profundas, decididas,
otras veces inseguras y perdidas.
Las palabras siempre quedan,
incluso puede que quede algún poema,
pero la vida pasa,
y según pasa, se aleja.
Ni la más hermosa flor…
es eterna,
y hasta a los mejores hombres
se los tragará la tierra.
Me adentré lentamente
en el misterio de las letras,
llené mi vida de amor, de libros
y poemas,
y encontré al fin,
en el misterio de las letras;
tras ellas llegaron las palabras
que dieron sentido a los trazos infantiles
que una y otra vez,
sobre un papel en blanco dibujaba.
Con esas pocas letras y palabras
la vida poco a poco se enredaba,
mientras de forma furtiva y solitaria
sentimientos y versos se mezclaban.
Son esas mismas letras de la infancia
las que han ido apaciguando los fantasmas
-que a los veinte años
anidan en la almohada-
ayudadas, ahora sí, de más palabras.
Los versos crecen
transformándose en poemas,
donde vas dejando las huellas de tu vida,
unas veces profundas, decididas,
otras veces inseguras y perdidas.
Las palabras siempre quedan,
incluso puede que quede algún poema,
pero la vida pasa,
y según pasa, se aleja.
Ni la más hermosa flor…
es eterna,
y hasta a los mejores hombres
se los tragará la tierra.
Me adentré lentamente
en el misterio de las letras,
llené mi vida de amor, de libros
y poemas,
y encontré al fin,
el porqué de mi existencia.
(Susana Hernández)
hermnoso
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